A grandes rasgos se puede definir que el arte puede ser cualquier actividad humana cuyos resultados, efectos y proceso de desarrollo puedan ser objeto de un examen técnico o estético. Es decir, a la vista de otros se deduce directamente el impacto y el valor intrínseco de una obra plástica o de un determinado método, sea cual sea éste. O también puede declararse que el arte es la habilidad o destreza para realizar algo siempre bien. Un sencillo ejemplo: cocinar un pastel o construir una larga carretera; ambas actividades tienen su especial y diferente arte. Un arte puede calificarse o nada más disfrutarse, como se prefiera, y el rango de belleza o eficiencia de un arte lo determinará un tercero, no el autor mismo, porque este último no podría ser imparcial ante ello, ante su labor efectuada. Así que tomando a esta anterior premisa como fundamental base de apoyo puedo expresar con resuelto orgullo y amplio convencimiento (desde un particular punto de vista de nivel exclusivamente individual) que la seguridad privada es un interesante y delicado arte (aunque generalmente es un arte de grupo, de esfuerzo compartido) que requiere ser ejecutado con encarnizada exactitud. Aun sus operaciones más elementales deben ser realizadas siguiendo la pauta de ciertas técnicas específicas recorriendo forzosas etapas progresivas, según sean las circunstancias a abordar. Sí, lo reitero, la seguridad privada es un oficio pero también es un arte. Un arte que, aunque no lo parezca, es necesario trabajarlo con alta precisión. Este contenedor en línea no es una fórmula perfecta, porque no existe la seguridad perfecta, pero si es una propuesta diferente a lo convencional y netamente vinculada al orden lógico, a la disciplina y el control del futuro. En este contenedor hecho a la medida se presenta al lector, mediante un formato atractivamente compartimentado, un soporte teórico en el que se despliega toda una serie de conceptos básicos desarrollados en términos de rendimiento, e igualmente se proporcionan oportunas recomendaciones (comparables a 28 años de experiencia) que deben ser incorporadas constantemente en la conducta del guardia de seguridad privada con el propósito de aumentar exponencialmente su pericia y convertirlo a corto plazo en una sofisticada máquina de protección. Asimismo tal información contenida aquí le permitirá al mismo el descubrir, de una manera por demás sencilla, lo convenientemente visible de los recónditos y borrosos ángulos de la seguridad privada (Intra-seguridad), y de paso lo encaminará a reflexionar concienzudamente sobre el singular significado filosófico que conlleva en sus entrañas esta vital y compleja labor que está de lleno en su máximo apogeo y a la que debe otorgársele máximo celo. Muy especialmente en esta época ser obsoletos y predecibles es sumamente peligroso, así que deben quedar atrás las tácticas obsoletas y descontinuadas de la vieja escuela de seguridad privada, la cual corre el riesgo de ser fácilmente rebasada por diestros delincuentes de última generación que no son otra cosa más que depredadores sociales evolucionados y organizados que casi se han convertido en un cruento flagelo, en una amenaza gigante a evadir. En otro orden de ideas, puede advertirse que muchos expertos en estos temas concurren en un mismo punto de vista y no es una coincidencia: es innegable que la seguridad (seguridad a secas) llegó para integrarse en definitiva a nuestras vidas y debe reconocerse su predominio (aunque con recato a los extremos tiránicos) en todos los asuntos humanos. La seguridad es un tópico obligatorio de preocupación general y de urgencia apremiante y sería inconveniente rebajarla a la altura de una moda temporal, todo lo contrario: debe concebirse como un estilo de vida normal inmodificable. Por lo tanto es necesario apuntar que la seguridad no debe verse tampoco como un incómodo gasto porque en realidad es una valiosa inversión, y el retorno de esa inversión se puede observar y medir con el paso del tiempo. Todo es cuestión de gestionar los cálculos pertinentes. En ninguna empresa, organización o institución se deben recortar gastos respecto a ésta, o por lo menos debería repensarse mucho una aventurada medida así. Lo recomendable siempre será lo opuesto a tal enfoque económico: hay que aumentar su presupuesto. La tranquilidad no tiene precio: es invaluable.